Chocolate Posmoderno. Un libro de recetas. Una maravillosa oda al cacao.
¡Wow que experiencia! Y no es que me falten para poder comparar…
El pasado mes de diciembre en el Dry Martini, el bar de Javier de las Muelas en Madrid, estaba todo compuesto. Un escenario perfecto mezcla de lujosa fiesta dieciochesca con una tierna y deliciosa merienda infantil. Una sensual invitación a disfrutar del sabor del chocolate con los ojos y de la belleza del diseño con el paladar. Una unión perfecta entre belleza y sentidos con el chocolate de Pancracio como argumento.
El motivo, la presentación de un maravilloso libro editado por Penguin Random House y que lleva por nombre “Chocolate posmoderno” como continuación del “Chocolate moderno” publicado en 2008. Yo, adicta a estos movimientos artísticos y sociológicos, no esperaba encontrármelos en una tarde de chocolate. Y es que Pancracio se afana en ofrecernos contenido más allá de sabores, formas y emociones. Así su creador, Pedro Álvarez, nos contaba como pasamos de una sociedad moderna minimalista y de la Bauhaus en la que – a pesar de la ruptura que supuso – todo estaba milimétricamente estudiado, a un posmodernismo complejo y contradictorio, tan libre y placentero como rígido y vegano. Porque el chocolate, y porque no ha de ser así, también debe reflejar lo que nos acontece. Mientras que el primer libro era básico y funcional con recetas de dos o tres ingredientes y pocos pasos, el que ahora lanza publica es una oda a la fantasía.
Y así llegan estas más de cien recetas creadas por el equipo de la marca durante años, que son el reflejo de los tiempos contradictorios que estamos viviendo. Desde la inmersión absoluta en el placer del Bundt Cake, o la tarta Chocolatissimo que te deja en estado de shock “porque yo lo valgo”, pasando por el Tiramisú “tirado de hacer porque no tengo tiempo ni soy un experto”. Todo ello sin dejar de lado nuestra preocupación por la salud y el anti aging de la tarta de aguacate y chocolate o el Cake Zen, zensacional “porque somos lo que comemos”.
Tampoco falta la receta de la Red Velvet o como hacer la internacionalmente conocida tarta Sacher porque “si no soy global no soy nadie”. Obsesiones posmodernas con las que Pedro Álvarez y su equipo nos tientan. Exuberantes, pero envueltas en la indulgencia de un carnaval para que podamos dejarnos llevar y sucumbir a la lujosa y casi lujuriosa tentación que nos propone la marca.
Si yo ya poseía poseia una gran fe en el I+D de Pancracio, el libro enriquece la experiencia del chocolate del tal modo, descubre tantas ideas e inspiraciones y transporta a tantos lugares, que lo único que puedo hacer es no ofrecerle resistencia a la tentación gaditana y seguir siendo apóstol, sin cura -me temo- de la marca.
